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Naked Dinner

  • Foto del escritor: The Naked Project
    The Naked Project
  • 28 feb 2020
  • 3 Min. de lectura

-Aló? si, me pasaron este número porque hacen cenas, es correcto? Y es para andar en bolas?-

Durante un tiempo esa eran las llamadas que recibía, a veces 2, a veces 20 por día. Pero vayamos un poco más atrás. En 2018 contábamos con un pequeño restaurante. Si alguien del rubro gastronómico lee esto sabrá bien lo complicado y agotador que es el trabajo, esa, entre otras razones, estuvieron presentes para decidir cerrar ese ciclo. Vendimos nuestra parte, y quisimos ampliar nuestros horizontes. y ahora? qué hacer? era la pregunta que estaba dando vueltas en la cabeza. Sabía bien que el amor por la gastronomía seguía presente, pero no quería ser esclavo de un restaurante de nuevo. Así que mi esposo me dijo, ofrece cenas en casa, -estás loco? quien va a venir?- pero él agregó: que sean cenas nudistas. Y sí, la gente empezó a venir.

Primero tuvimos mucha investigación y largas charlas. La idea no era nueva, en el mundo ya muchos habían tenido la idea y la habían ejecutado, pero en Montevideo aún no, era ciertamente algo transgresor en este pequeño país, que si bien es abierto en muchas cosas, en otras suele ir con tal cautela que todo toma su tiempo. En Paris, se hacen en casas privadas. En Madrid hay un restaurante pero cerró. En Nueva York se hacen a las afueras. poco a poco empezamos a reunir información, no fue fácil, la movida nudista también tiene su goce en cierta clandestinidad. Luego de definir el formato, también venían las charlas que a cualquiera se le pasa por la cabeza, -Y si alguien viene solo por sexo? qué hacemos si alguien es acosador? hasta donde permitiremos que esto vaya?- en medio de tantas vueltas algo teníamos claro, queríamos juntarnos en comunidad.

Definidos los objetivos fue mas fácil definir las reglas. El lugar no se revelaba hasta que reservaran su puesto, se aceptaba a todo tipo de público siempre que fuese mayor de edad, la idea era desconectarse, por eso se exigía estar: sin celular, sin artículos electrónicos, solo podíamos lucir la piel que nos viste de forma natural, a la luz de las velas, ya que la electricidad en eso también estaría limitada.

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La comida también tenia su tratamiento especial, nada de microondas ni artefactos especiales, solo fuego y manos para llevar los sabores de manera más natural. Queríamos enfocarnos en disfrutar el momento, la charla, el trago, los sabores y esas miradas que en un punto de la noche se concentraban mas en los ojos del que hablaba y no en la falta de ropa que le acompañaba.

El resultado, un éxito, el experimento dio para hacer casi una decena de eventos, todos mágicos, penes, postres, tetas y cervezas, siempre habían nuevos cuerpos y también comensales que repetían y se iban volviendo parte de nuestra comunidad. Lo mejor de todo fue convivir con seres tan diferentes que bajo las mismas condiciones nos hacia sentirnos mas cercanos, mas honestos y mas especiales. Ni la barriga que sobresale, ni los vellos descontrolados fueron impedimento, curiosamente los cuerpos mejor esculpidos eran los mas tímidos, pero todos se distendían, todos participaban de una sola mesa y un momento único.

Para los que se preguntan por las erecciones, les cuento que esa era otra de las preguntas que mas oía por teléfono cuando llamaban a reservar o simplemente a curiosear, y mi respuesta sigue siendo la misma, si pasan, pero no se preocupen, también hablamos de política en las cenas y en esos temas hay posiciones que son difíciles de mantener firmes.


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PD: aprovechamos esta linda historia para agradecer a todos los que se coparon a participar y especialmente a apoyar: Birra Bizarra, La Greca Café, Santé Postres y Afines, Atelier Cataleya y por supuesto el hotel Undarius de Chihuahua, Punta del Este.

 
 
 

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